Mucha gente no es libre y no lo sabe. Muchos de nosotros tenemos tantas cosas que nos limitan y no nos damos cuenta, podríamos incluso tener los pies atados y aun así pensaríamos que podemos ir y venir libremente. Eso sucede porque nuestro subconsciente está convencido de que no es esclavo de esa situación que nos limita y nos imposibilita. Nosotros mismos nos obligamos a creer que las cosas que nos dañan en realidad no lo hacen y con esa mentalidad, como si estuviéramos atornillados a la tontedad, seguimos automutilando nuestra libertad y echándonos más cadenas día con día.
Porque la verdadera libertad no es ir libremente por las calles. La verdadera libertad no se caracteriza por tener los miembros motores libres, ni tampoco la esclavitud como el encierro entre cuatro paredes. Existen muchos tipos de esclavitud y con formas tan diversas que casi nadie puede decir que es realmente libre.
De hecho todos nosotros somos presos de una circunstancia, de un suceso, de una persona, de un sentimiento, de un compromiso, etc. Y todos nosotros en el fondo sabemos que nuestra libertad se está viendo afectada por el simple hecho de atar cabos y razonar que antes no nos sentíamos de esta forma, pero míranos ahora, siempre tan preocupados, tan absortos en esa única cosa que nos asfixia que ya no podemos ni imaginarnos cómo llegamos hasta ese punto.
No tienes que tener grilletes, cadenas ni camisas de fuerza para perder tu libertad. De hecho, bien puede un presidiario ser más libre que tú.
Por eso hay que entender el punto central de todo esto. ¿Qué es la esclavitud? Es la falta de libertad, es la sumisión a una circunstancia que te imposibilita, te ata, te suprime y te subyuga. La incapacidad de poder ejercer nuestra libertad, en todas sus clases y atribuciones, es una esclavitud.
Si no tienes libertad de habla para decir lo que piensas porque la sociedad considera que no es "políticamente correcto" hablar en ciertos momentos, y tu cedes a ello, entonces eres un esclavo.
Si no tienes la libertad para expresar tu inspiración, ya sea mediante la escritura, el canto, el dibujo, el baile, etc, porque te da pena lo que piensen los demás, entonces eres un esclavo.
Y nótese la clara diferencia entre hacer o pensar algo que te quieren imponer porque has decidido libremente que eso es lo correcto, a hacerlo porque crees no tener otra opción. Por ejemplo, mi padre fue un doctor cirujano y espera de mí lo mismo. Yo, luego de tomarme mi tiempo para meditarlo y de revisar todas las carreras posibles, entendí que tengo un talento especial para la medicina, tengo empatía con los que sufren y quiero salvar a las personas, por eso decidí que tal como mi papá ¡quiero ser un cirujano!
El poder de elección en el ejemplo pasado (y en cualquier caso de nuestra vida) es lo que diferencia la verdadera libertad de la verdadera esclavitud.
Incluso el autoconvencernos de que queremos lo que otros quieren es un atentado contra nuestra propia libertad. El no atrevernos a replicar, el no atrevernos a dar nuestra opinión, el ni siquiera pensar en llevarle la contraria a Fulano o a Mengano es una muestra clara de que no somos capaces de comprender lo que la verdadera libertad significa.
A veces las personas nacen figurativamente dentro de una caja. Esa caja representa las diversas costumbres y libertades que los de su entorno le permiten tener, casi como un bondadoso regalo. Claro, como hay personas mas inflexibles que otras, el tamaño de esa caja varía de caso en caso.
Ahora bien, el punto central es este: Aunque estemos en una caja pudiéramos llegar a CONFORMARNOS con la libertad que creemos tener, por ende, aceptamos todas las reglas y lineamientos que dictan los que nos pusieron en esa caja y no nos atrevemos a ir en contra de ellas, unas veces porque nos da miedo y otras, (para mi la más grave) cuando creemos que la libertad que tenemos dentro de esa caja ya es mucha, porque podemos apenas estirar los pies o los brazos y pensamos que con eso es suficiente. Como consecuencia caemos en las entrañas del conformismo y permanecemos ahí creyendo que somos libres.
Pero no, cuando la libertad es verdadera no hay cajas, ni prisiones, ni rejas con barrotes que nos impidan realizar cualquier acción que queramos. En la verdadera libertad deberíamos tener la posibilidad de decir lo que queramos cuando lo queramos, deberíamos sentirnos capaces de hacer lo que deseemos cuando lo estemos deseando. Y nota hasta este punto: no estoy incitando a nadie a la anarquía ni a la rebelión, al contrario, estoy a favor de las reglas razonables y bien establecidas cuya finalidad sea protegernos mientras no pone en peligro nuestra libertad. El problema es que muchas leyes hoy están hechas para reprimirnos, para controlarnos y a veces incluso, para acallarnos. Si realmente fuésemos libres podríamos SENTIRNOS con la capacidad de decir y hacer lo que queramos, más eso no significa que tengamos el DERECHO de hacerlo y menos cuando pone en riesgo a los demás.
El problema radica en que ya ni siquiera nos sentimos libres. Si ni siquiera podemos sentir una sensación de libertad ¿Cómo entonces podemos autoconvencernos de que lo somos?
Claro, a veces nosotros mismos somos los culpables de que nos repriman por abusar de la libertad que en algún momento tuvimos, eso no está en discusión. Lo que discuto hoy, es que creamos que somos libres cuando estamos metidos en una caja figurativa y la sociedad es la caja, la tradición es la caja, las expectativas ajenas son la caja.
Finalmente, teniendo en cuenta todo lo anterior puedo concluir sin temor a equivocarme de forma alguna en que hoy no creo que exista aunque sea una persona que sea verdaderamente libre y, si las hay, se pueden contar con los dedos de mi mano.
Como reflexión final, me gustaría que te preguntaras...
¿Cómo te sentirías si fueras realmente libre?
¿Como sería tu vida si ya no tuvieras que rendir cuentas más que las tuyas propias? ¿Cómo te sentirías cuando ya no tengas que hacer lo que otros quieren que hagas, a menos que tú mismo lo decidas? ¿Cómo te sentirías cuando ya no tengas que reprimirte nunca más?
Dime, ¿Qué vas a hacer cuando ya no seas un esclavo de las circunstancias o los sentimientos? ¿Cómo te vas a sentir cuando finalmente pagues esa deuda que te estaba mortificando? ¿Cómo te vas a sentir cuando esa persona que tanto amas te volvió a dejar en visto pero ya no te importa porque no estás más esclavizada a sus respuestas? ¿Cómo te vas a sentir cuando finalmente le digas a todos lo que quieres ser cuando seas grande sin que nadie influya en tu decisión?
Eso, que sientas cuando seas capaz de contestar alguna de las preguntas previas, para mi, es de lo que consta la verdadera libertad.
Atentamente
Prota Makorrian.