Mucha gente no es libre y no lo sabe. Muchos de nosotros tenemos tantas cosas que nos limitan y no nos damos cuenta, podríamos incluso tener los pies atados y aun así pensaríamos que podemos ir y venir libremente. Eso sucede porque nuestro subconsciente está convencido de que no es esclavo de esa situación que nos limita y nos imposibilita. Nosotros mismos nos obligamos a creer que las cosas que nos dañan en realidad no lo hacen y con esa mentalidad, como si estuviéramos atornillados a la tontedad, seguimos automutilando nuestra libertad y echándonos más cadenas día con día.
 
Porque la verdadera libertad no es ir libremente por las calles. La verdadera libertad no se caracteriza por tener los miembros motores libres, ni tampoco la esclavitud como el encierro entre cuatro paredes. Existen muchos tipos de esclavitud y con formas tan diversas que casi nadie puede decir que es realmente libre.
  
De hecho todos nosotros somos presos de una circunstancia, de un suceso, de una persona, de un sentimiento, de un compromiso, etc. Y todos nosotros en el fondo sabemos que nuestra libertad se está viendo afectada por el simple hecho de atar cabos y razonar que antes no nos sentíamos de esta forma, pero míranos ahora, siempre tan preocupados, tan absortos en esa única cosa que nos asfixia que ya no podemos ni imaginarnos cómo llegamos hasta ese punto.


No tienes que tener grilletes, cadenas ni camisas de fuerza para perder tu libertad. De hecho, bien puede un presidiario ser más libre que tú.


Por eso hay que entender el punto central de todo esto. ¿Qué es la esclavitud? Es la falta de libertad, es la sumisión a una circunstancia que te imposibilita, te ata, te suprime y te subyuga. La incapacidad de poder ejercer nuestra libertad, en todas sus clases y atribuciones, es una esclavitud.
  
Por eso, si no tienes libertad de pensamiento porque quizás desde pequeño te hayan impuesto un ideal o una forma de pensar, entonces eres un esclavo.
   
Si no tienes libertad de habla para decir lo que piensas porque la sociedad considera que no es "políticamente correcto" hablar en ciertos momentos, y tu cedes a ello, entonces eres un esclavo.
  
Si no tienes la libertad para expresar tu inspiración, ya sea mediante la escritura, el canto, el dibujo, el baile, etc, porque te da pena lo que piensen los demás, entonces eres un esclavo.
 
Si no tienes la libertad de elegir quién quieres ser o qué quieres hacer con tu vida porque debes cumplir las expectativas de tus padres, por ejemplo, eres un esclavo.
 
Y nótese la clara diferencia entre hacer o pensar algo que te quieren imponer porque has decidido libremente que eso es lo correcto, a hacerlo porque crees no tener otra opción. Por ejemplo, mi padre fue un doctor cirujano y espera de mí lo mismo. Yo, luego de tomarme mi tiempo para meditarlo y de revisar todas las carreras posibles, entendí que tengo un talento especial para la medicina, tengo empatía con los que sufren y quiero salvar a las personas, por eso decidí que tal como mi papá ¡quiero ser un cirujano!
 
El poder de elección en el ejemplo pasado (y en cualquier caso de nuestra vida) es lo que diferencia la verdadera libertad de la verdadera esclavitud.

 
 
Incluso el autoconvencernos de que queremos lo que otros quieren es un atentado contra nuestra propia libertad. El no atrevernos a replicar, el no atrevernos a dar nuestra opinión, el ni siquiera pensar en llevarle la contraria a Fulano o a Mengano es una muestra clara de que no somos capaces de comprender lo que la verdadera libertad significa.
 
 
A veces las personas nacen figurativamente dentro de una caja. Esa caja representa las diversas costumbres y libertades que los de su entorno le permiten tener, casi como un bondadoso regalo. Claro, como hay personas mas inflexibles que otras, el tamaño de esa caja varía de caso en caso.

 
Ahora bien, el punto central es este: Aunque estemos en una caja pudiéramos llegar a CONFORMARNOS con la libertad que creemos tener, por ende, aceptamos todas las reglas y lineamientos que dictan los que nos pusieron en esa caja y no nos atrevemos a ir en contra de ellas, unas veces porque nos da miedo y otras, (para mi la más grave) cuando creemos que la libertad que tenemos dentro de esa caja ya es mucha, porque podemos apenas estirar los pies o los brazos y pensamos que con eso es suficiente. Como consecuencia caemos en las entrañas del conformismo y permanecemos ahí creyendo que somos libres.

 
Pero no, cuando la libertad es verdadera no hay cajas, ni prisiones, ni rejas con barrotes que nos impidan realizar cualquier acción que queramos. En la verdadera libertad deberíamos tener la posibilidad de decir lo que queramos cuando lo queramos, deberíamos sentirnos capaces de hacer lo que deseemos cuando lo estemos deseando. Y nota hasta este punto: no estoy incitando a nadie a la anarquía ni a la rebelión, al contrario, estoy a favor de las reglas razonables y bien establecidas cuya finalidad sea protegernos mientras no pone en peligro nuestra libertad. El problema es que muchas leyes hoy están hechas para reprimirnos, para controlarnos y a veces incluso, para acallarnos. Si realmente fuésemos libres podríamos SENTIRNOS con la capacidad de decir y hacer lo que queramos, más eso no significa que tengamos el DERECHO de hacerlo y menos cuando pone en riesgo a los demás.

El problema radica en que ya ni siquiera nos sentimos libres. Si ni siquiera podemos sentir una sensación de libertad ¿Cómo entonces podemos autoconvencernos de que lo somos?
 
 
Claro, a veces nosotros mismos somos los culpables de que nos repriman por abusar de la libertad que en algún momento tuvimos, eso no está en discusión. Lo que discuto hoy, es que creamos que somos libres cuando estamos metidos en una caja figurativa y la sociedad es la caja, la tradición es la caja, las expectativas ajenas son la caja.

 
Finalmente, teniendo en cuenta todo lo anterior puedo concluir sin temor a equivocarme de forma alguna en que hoy no creo que exista aunque sea una persona que sea verdaderamente libre y, si las hay, se pueden contar con los dedos de mi mano. 

 
Como reflexión final, me gustaría que te preguntaras...
 
¿Cómo te sentirías si fueras realmente libre?

 
¿Como sería tu vida si ya no tuvieras que rendir cuentas más que las tuyas propias? ¿Cómo te sentirías cuando ya no tengas que hacer lo que otros quieren que hagas, a menos que tú mismo lo decidas? ¿Cómo te sentirías cuando ya no tengas que reprimirte nunca más?
 
 
Dime, ¿Qué vas a hacer cuando ya no seas un esclavo de las circunstancias o los sentimientos? ¿Cómo te vas a sentir cuando finalmente pagues esa deuda que te estaba mortificando? ¿Cómo te vas a sentir cuando esa persona que tanto amas te volvió a dejar en visto pero ya no te importa porque no estás más esclavizada a sus respuestas? ¿Cómo te vas a sentir cuando finalmente le digas a todos lo que quieres ser cuando seas grande sin que nadie influya en tu decisión?

 
Eso, que sientas cuando seas capaz de contestar alguna de las preguntas previas, para mi, es de lo que consta la verdadera libertad.
 
 
 
Atentamente
Prota Makorrian.
 


Si te preguntaran cuál consideras que es la peor enfermedad que pueda tener un ser humano ¿qué dirías?. Algunos se decantarán por el cáncer basado en los datos de mortandad mundial por dicha enfermedad o incluso quizás lo han vivido en carne propia o en la experiencia de algún familiar cercano. Otros puede que nombren alguna que otra enfermedad incurable y mortal. Pero para mi existe una peor que todas las demás.


Cada vez que entro a internet, quizás surfeando en alguna red social encuentro fotos inspiradoras con personas postradas en una cama con alguna condición pero aún están sonrientes. Dicha foto está acompañada con alguna leyenda motivadora que te hace entender que no importa qué tan mal creas que estás, puedes salir adelante como esa gente luchadora de las fotos.


Y es que sí, de cualquier cosa se puede salir airoso, incluso durante la más intensa y cruel tortura se puede ser feliz. Existe gente con penosas enfermedades que les causan increíble dolor corporal, reduciendo incluso su movilidad a veces, pero esa gente resulta ser la que está presta a sonreír, las que son más optimistas, las que no piensan en lo que no pueden hacer sino en lo que pueden y quieren hacer. No importa qué enfermedad o condición se tenga, el ser humano es capaz de sacar lo positivo de las peores situaciones y cargar una sonrisa para alivianar las cargas. Por eso, hasta cierto punto, todas las enfermedades son llevaderas.


Pero... ¿Y si existe alguna enfermedad cuya característica principal es que no te permita reír, o ser positivo, o ver el lado bueno de las cosas? Entonces esa se convertiría en la peor de las enfermedades porque si bien una condición que te condena a muerte la puedes sobrellevar sonriendo ¿cómo sobrellevas algo que no te permite ser feliz?


Esa enfermedad existe y se llama Depresión.


Esta es quizás una de las enfermedades más subestimada de todas dada su envergadura. No necesitas mucho para padecerla. La depresión no distingue de edad, raza, ideologías ni posición. Ninguno es inmune a deprimirse y de hecho, algunos ahora mismo lo estamos pero nos negamos a aceptar que lo estamos, obligándonos a sonreír ante los demás para que parezca que estamos bien cuando en realidad nos quemamos por dentro.

Un joven puede sufrir una depresión severa y quizás sus padres jamás se enteren. ¿Cómo tratas algo que no sabes que está ahí? La mayoría de las enfermedades presentan síntomas y la gente, al ver que los presenta corre inmediatamente a un doctor para recibir el tratamiento. Pero cuando la gente sufre de depresión no quiere exponerse, no quiere ver ni que los vean. Sencillamente les es mejor estar solos y hacer lo posible para que los dejen de la misma forma. No existen filas de deprimidos en los hospitales, por esa misma razón.

Pero, ¿qué siente alguien cuando está deprimido? Es confuso, extenso y complicado. Puedes sentir muchas cosas o ninguna, pero creo que en esencia es algo simple.

Es cuando crees que no vales nada.


Tú persona, mente y cuerpo son un equipo, y ese equipo puede unirse para luchar contra cualquier condición. La peligrosidad de la depresión radica en que literalmente destruye ese equipo y los pone uno contra otros. Es fácil ganar una pelea cuando sabes quién es tu enemigo pero... ¿Y si tu enemigo eres tú mismo? Entonces ¿cómo reaccionas? ¿Te golpeas a ti mismo? ¿peleas contra ti? La mayoría de los deprimidos lo hace y eso es justamente lo que agrava más su situación.

Solo las personas que han pasado por la terrible experiencia de sufrir de depresión saben lo difícil que es salir del hoyo cuando uno mismo se cree el culpable de estar en ese hoyo y, peor aún, creer que merece estar allí. 

¿Cómo peleas para salvarte si crees que no mereces ser salvado?


La depresión hace que tú te conviertas en tu propio enemigo y, por ende, terminas hundiéndote a ti mismo en el fango de la miseria y el dolor, queriendo a veces que toda acción o vivencia que te ocurra acelere más el hundimiento, porque repito, crees que mereces todo lo malo que te pasa.


"La vida es bella" dicen, porque todo es neutral pero uno según su visión le agrega lo positivo a las cosas. Pero cuando tu visión está alterada por una condición que hace que no encuentres nada positivo ni nadando en un mar de rosas, entonces la vida se convierte en algo horrible y vivirla, la peor tortura que pueda existir. Imagina vivir 1000 días y que cada uno de ellos desees no despertar al siguiente, pero lo haces, y lo vuelves a hacer, también el día siguiente a ese. Entonces, ese sufrimiento se vuelve crónico.


Como seres humanos, es triste cuando una enfermedad o situación nos quita la vida porque no pudimos evitarlo. Pero más triste es cuando nosotros mismos queremos acabarla sin necesidad.


Quisiera navegar por Facebook y ver imágenes inspiradoras de personas depresivas sonriendo y diciendo que sí se puede... pero eso es casi imposible.


Algunos solo aprendemos a sobrellevarla, pero eso no significa que no esté ahí día con día, buscando derrumbarte otra vez y destruir todo el avance que habías logrado. La verdad es que con tratamiento y mucha perseverancia se puede ganar la batalla contra la depresión, pero la guerra, esa nunca se gana porque nunca se libra y de hacerlo, entonces es posible que no se salga vivo de ella.


Si eres una persona que sufre de depresión y estás leyendo estás líneas... ¡Fuerza!. Si no padeces de esta condición y puedes reír libremente entonces aprovecha cada momento que puedas ser feliz para alcanzar aquello que te has propuesto. Algún día veré alguna foto en mi red social de alguien que diga que sí se puede ser feliz aun cuando se está deprimido, pero hasta entonces, solo nos queda hacer lo de siempre: seguir perseverando y recuperando esas ganas de ser feliz para que una vez hecho eso, luchemos contra la depresión para no perderlas de nuevo.


¡Jódete, depresión!


Atentamente
Prota Makorrian.
Estoy convencido de que el mundo está obsesionado en preguntarse lo que no debe en el momento menos oportuno y, como resultado, le terminamos prestando más atención a las cosas superficiales e insignificantes de la vida que a las que verdaderamente deberían ser nuestro norte. 


Pocas son las veces en las que verdaderamente nos detenemos a pensar en lo que va de nuestra vida, analizando todos los momentos importantes y las decisiones que nos llevaron a estar aquí, hoy y ahora. Sin embargo, fieles a nuestra negligencia y funcionando como un motor viejo que nunca enciende sino hasta luego de mil intentos, llega el momento (a veces casi al final del camino) cuando toda persona se hace una sencilla pregunta:

¿Ha valido la pena?

Esa pregunta con la cual buscamos saber si todo lo que hicimos fue suficiente, si todo lo que nos esforzamos finalmente dio fruto, si los sacrificios hechos ahora se nos retribuyen. En concreto, si todo lo que pasamos valió la pena. Todos sin duda hemos cometido errores, todos hemos sacrificado algo, todos hemos dejado ir a alguien, algunos nos privamos de cosas para obtener otras. El problema que yo veo es que a veces nos sentimos mal por las privaciones pero no nos detenemos a pensar en que esas mismas privaciones se convirtieron en lo que hoy somos, pensamos, actuamos y sentimos.

Pero no siempre las privaciones y los sacrificios son sinónimos del éxito. No siempre dejar ir algo hoy significa tener algo mejor mañana, de hecho, lo único que sabemos es que no sabemos nada. Es por eso que en el ser humano debe existir la rectificación, pero esa rectificación no debe darse al final del camino cuando estamos parados sobre nuestro fracaso ni empapados en nuestra desgracia, esa rectificación debe ser diaria, constante, efectiva y oportuna para que de esa forma nunca nos demos cuenta de algo cuando ya es tarde.

Y tú... ¿ya te lo preguntaste? Y no me refiero a si te lo has preguntado o si te lo preguntarás, sino a si lo hiciste HOY. Díme, ¿Ha valido la pena?. El tiempo es indiferente de las experiencias porque, si bien no se pueden tener experiencias sin tiempo, ese tiempo no es uniforme ni usa la misma medida para todas las  experiencias. Una persona puede vivir en 5 minutos lo que otra en 5 años, y ambas forman la misma experiencia.

¿Te ha pasado que leíste un libro y aprendiste algo que no sabías? ¿O viste por la televisión algún dato interesante? Ese conocimiento puede llegar en un instante pero puede quedarse para siempre. Por lo mismo, el ser humano siempre está acumulando conocimientos y tomando decisiones basadas en esos conocimientos y son, a su vez, esas decisiones las que nos llevan a donde estaremos mañana. Por eso, nunca es tarde para hacerse la pregunta que plantea el título, ni tampoco la frecuencia una limitante. Bien pudieras preguntarte a nivel general "¿Ha valido la pena todo lo que he vivido hasta ahora?" como preguntar de manera más específica "¿Ha valido la pena hoy la decisión que tomé ayer?".

Así como las enfermedades que pueden ser erradicadas del todo si las detectamos a tiempo, el error puede ser evitado o su impacto aplacado cuando rectificamos oportunamente, pero para poder rectificar de manera oportuna debe existir un previo análisis. ¡Deja de preocuparte por cosas menos trascendentales! Sustituye un poquito del tiempo en el cual piensas en la moda, en cómo te ves, en el novio, en la novia, en tu programa de televisión favorito o en lo que harás para lograr más likes en tus redes sociales y dedícalo a pensar en si ha valido la pena lo que has hecho hasta ahora.

No hay nada más penoso y agobiante que no poder contestar una pregunta cuando te la hacen, y no porque no la sepas sino porque la respuesta no es la que tú quisieras poder dar. Por eso no dejes que la vida te sorprenda y hazte esa pregunta a diario, examínate a diario, rectifica y cambia a diario si es necesario, de no necesitarlo, sigue en lo que has estado haciendo pero sin dejar de prestar atención a tus pasos.

El mundo puede seguir haciéndose las preguntas menos importantes pero nosotros no somos el mundo, ni el mundo, nosotros. Somos una parte de él que bien puede ser distinta a las demás partes, por eso el mundo no nos define, nosotros lo definimos a él. Pero definamoslo bien, siempre para mejor y que ese sea nuestro norte a partir de ahora.

 Tú, si tú... ¿Ha valido la pena?



Atentamente
Prota Makorrian


"Porque hasta el valle más solo, en su silencio intenta decir algo."


Comienzo con esta frase porque siento que es el punto central de todo esto. Y ¿Qué es todo esto? Pues comencemos con un poco de pesimismo disfrazado de humildad: Nada. Así es, nada. O al menos nada diferente a lo que quizás ya han visto.

Esto es un blog, simplemente eso. No anunciaré con bombos y platillos algo que hasta el momento no se lo merece. Victoria anunciada no mata a soldado, por eso prefiero que las cosas se vayan dando naturalmente.
Ahora bien, el primer post de cualquier blog que se haya abierto alguna vez sobre este planeta tierra al menos es un poco menos deprimente que el de este servidor, pero, repasemos el por qué. Yo desde antes formaba parte de las filas de Blogger (a las que obviamente estoy volviendo a partir de hoy) y también solía tener varios blogs abiertos con propósitos diferentes, eran otros tiempos aquellos. Cada uno de esos blogs tenía grandes aspiraciones, esperaban lograr cosas increíbles y, en mi mente, todo funcionaba perfecto, pero pasaron los días, eso no ocurrió y por eso, quizás, es que quedaron congelados en los icebergs que se forman cuando el frío solidifica las cosas acumuladas que han sido olvidadas. Este blog en particular sí tiene su propósito, solo que ese propósito no es cambiar al mundo, ni tampoco convertirse en el best-seller de los blogs. Simplemente cumplirá la función de un espejo que refleja lo que yo quiero que refleje. Nadie quiere verse en espejos ajenos y poco favorecedores, por eso el anonimato de este blog me será provechoso esta vez.

¿Por qué lo abrí entonces? Y aquí enlazamos con la frase inicial. Lo abrí porque me parece que he llegado a un punto en mi vida donde tengo mucho que decir pero nadie a quién decírselo. Muchos piensan "¿Para qué decir algo que nadie va a escuchar?" pues yo personalmente pienso que para salir de ello. Las cosas que no se dicen se acumulan y el hacinamiento nunca ha sido bueno, ni siquiera cuando las cosas que se hacinan son consideradas buenas y beneficiosas para la humanidad, porque el simple hecho de que esas cosas estén hacinadas significa que benefician solo al grupito que las hacinó.

¿Por qué pienso que esta es la manera correcta de hacer lo que quiero hacer y decir lo que quiero decir? Imagínate a ti mismo, por favor, en dos escenas. En una de ellas estás en un lugar ruidoso, con música a todo volumen, rodeado de gente que habla a los gritos, ríe y baila, donde aparentemente todo es felicidad y adrenalina. Ahora imagínate en medio de la nada, de pie en el medio de dos montañas enormes cuya cima ni siquiera puedes ver porque la tapan las nubes. No hay nadie a tu lado, el silencio te envuelve y definitivamente nada más que lo que estás viendo. ¿Dónde querrías estar?

Imagino que muchos se apresurarán a decir que en la primera escena, porque hay felicidad, gente y (buena) música a tu alrededor. Ese lugar es el mejor si quieres llamar la atención, si quieres hacer algo grande, si quieres influir o dejarte influir por otros o incluso si solo buscas divertirte un rato. Pero... Si solamente quieres HABLAR ¿En cuál de las dos escenas querrías estar?

¿Sigues pensando que en la primera? Pues bien, allí puedes hablar pero la música está demasiado alta como para que te escuchen. Ah, pero hay gente, podrías llevarte a uno de ellos a un lugar más calmado para que te escuche. Sin embargo, esa persona está demasiado ocupada en divertirse y pasarla bien como para dejar eso de lado y ponerse a escuchar. Ah, pero puedes llamar la atención de todos para que se centren en ti. En ese caso, tienes menos de un minuto para captar y mantener esa atención antes de que comiencen a perderte cuidado, por eso, lo que quieres decir mejor sea bueno. Pero incluso si todo eso no funciona puedes solo gritar y gritar para que tu voz se escuche por encima de la música y, si no puedes, entonces podrías incluso bajar el volumen o apagar la música y así no tendrías que gritar más.... pero todos pensarían que eres un aguafiestas.

Dado que es imposible que una fiesta salvaje sea el lugar adecuado para hablar, nos queda la segunda escena. Pero, ¿Es esa mejor? A mi parecer sí. Y aunque estés en el medio de la nada, aunque estés solo y nadie te pueda escuchar, aunque ni siquiera puedas ser ignorado por falta de alguien que te ignore, aun así, puedes hablar y escucharte a ti mismo y no solo eso, sino que tu voz se amplificará por el eco de las montañas y lo que digas volverá a ti. A veces no importa que los demás te escuchen, sino escucharte a ti mismo y, por eso, creo firmemente que es mejor estar solo pero con las mejores condiciones que acompañado y que nadie, ni siquiera tú mismo, te puedas escuchar.

Este blog es eso, una simple página desconocida y casi anónima que quizás nadie lea pero eso dentro de los parámetros de lo estándar está bien, porque no busco hablarle a otros, busco hablarme a mí. Y en última instancia, al menos sacar lo que llevo dentro.

Teniendo esto en cuenta, me presento. Soy Prota Makorrian, tengo casi 22 años y vivo en algún lugar de Sudamérica. Suelo escribir cosas en Fanfiction.net donde estoy con el mismo nombre. Pero este no es un blog dedicado a las historias que tengo en Fanfiction, a decir verdad, solo conserva el nombre (y  al escritor) pero es algo completamente diferente. Quizás sea porque en Fanfiction pienso lo que escribo, pero acá escribiré lo que pienso, y los casi desbordantes ellos pidieron a gritos un lugar donde poder finalmente salir bajo los términos que ellos mismos pusieron. Por eso hoy decidí abrir e inaugurar este blog llamado "Prota Makorrian: La Filosofía de un ignorante". Y este quizás ya no tan pesimista y mucho más personal escrito, es mi primer post.

¿Por qué "La filosofía de un ignorante"? Por el simple hecho de que quién lo escribe no es un filósofo, ni un periodista, ni siquiera un escritor profesional (si al caso aficionado). Si dijera que lo fuera entonces no serían filosofías sino mentir sobre filosofías, pero como no lo soy, entonces ni son filosofías ni tampoco son mentiras, son simplemente la visión desde el oscuro y pequeño rincón de la ignorancia que alguien tiene sobre las diversas cosas profundas de la vida, que las correspondientes ciencias humanas estudian. Dicho de otro modo, es alguien ignorante del tecnicismo profesional diciendo lo que piensa y siente sin afirmar que lo que dice es verídico o infalible, simplemente lo dice. Cómo tampoco soy versado en gramática castellana ni erudito estudioso de la historia entonces tampoco me jactaré de que de esta redacción no saldrán errores ortográficos ni mucho menos fechas o acontecimientos relevantes de la viveza humana.

Todo lo que sale de esta redacción es mío, esté bien escrito o esté mal escrito, es lo que pienso. ¿Cuando una persona humilde y sin estudios se expresa, lo hace de manera tan pulcra y cuidada como lo haría un profesor de lengua castellana? Ahora bien... ¿Eso hace que lo que diga tenga menos valor? No, porque para expresarse no hay reglas gramaticales ni para decir algo complicados métodos. Por eso, lo importante aquí no es la forma en cómo se hable, lo importante es la acción del hablar.

Así como la persona que tiene poco cuida lo que tiene y aquel que habla consigo mismo dice lo que piensa, así mismo haré yo a partir de ahora porque, según yo, estoy en la segunda escena del ejemplo previo: de pie debajo de dos montañas grandes, completamente solo y con un silencio que lo único que hará será amplificar mi voz gracias al eco.

Si alguien llega a leer desde las sombras, bienvenido seas. Pero si no, no importaría demasiado porque, como dije antes, no importa cuántos estén, importa que estén; no importa cómo se hable, sino que se hable; y que no importe lo que se piense, que se diga.

Este es mi primer post. Con un gran saludo a las montañas a mi lado me despido por ahora esperando a que pronto haya no uno como este, sino muchos como este.


Atentamente.
Prota Makorrian.